Crítica "El rey, las reinas, el médico y ella"


Crítica publicada en el diario El Litoral (Santa Fe) 06 de Junio de 2007


"El rey, las reinas, el médico y ella"

La violencia está en nosotros En un ámbito reconocible, "lleno de empleados públicos", reina un rey que se está muriendo. "El rey, las reinas, el médico y ella", la obra de Gustavo Guirado estrenada por la Comedia Universitaria de la UNL en Tabula Rasa, cuenta la historia de ese rey, de su territorio y de esos personajes, inmersos en un mundo de crueldad y destrucción. Ese rey tiene atributos humanos: amor a la agresión, amor al lenguaje, amor a la belleza. Pero en la plenitud de su vida no ha entendido aún la verdadera importancia de la libertad, la que disfruta de un modo tan violento. Sólo cuando está a punto de morir parece capaz de llegar a transformarse en un verdadero ser humano.


Con este texto de múltiples lecturas, Guirado abarca desde elementos sociopolíticos hasta connotaciones existenciales. El desarrollo de la trama permite construir personas más que personajes y tratar las formas específicas de relación entre ellos. En un principio, pueden aparecer en términos realistas, pero se advierte que detrás del mundo concreto existe otro plano de realidad que enriquece mucho más el punto de partida. La necesidad de orden, de forma y de contención que siente el hombre contemporáneo no es más que la otra cara de su carácter caótico. El temor y la angustia, que produce la erupción del caos, conducen a querer contenernos a través de la forma.


El texto dramático suele mezclar la realidad, la filosofía y el humor ("a mí nadie me avisó", dice el rey). Pero el humor consiste en poder cuestionar el entorno y, en este sentido, el mejor punto de partida es no sentirse seguro de nada. Por eso, tiene un matiz por cierto angustiante. El nudo de la historia del texto es, si se quiere, muy simple: hay alguien que quiere entrar al lugar donde está el otro y éste se niega a salir. Ésa es toda la historia.


La puesta en escena del mismo Guirado hace posible que la obra esté viva más allá del mismo texto, para demostrar una vez más que el teatro vive de la imaginación de los demás. De tal modo, el concepto de realidad desborda lo inmediato para abarcar varias posibilidades. Las formas de las imágenes y representaciones del mundo también expresan lo real. La imaginación se mezcla con lo que es perceptible y ofrece un enorme espacio de creatividad.


"El rey..." encierra una idea esencial: la creación salvadora es la artística, que conlleva un juego transgresor ineludible. La totalidad hace sentir al público la presión artificial de la realidad, a partir de varios elementos que se alternan en luz y oscuridad, silencio y sonido. A través del montaje se encuentra un curso no casual, no caótico, que es el vital.


Los actores son un soporte fundamental en los logros de este espectáculo. Eduardo Fessia ofrece el mejor trabajo de su carrera, a partir de una interpretación brillante y conmovedora, del mismo modo que Raúl Kreig, excelente en la resolución de un personaje que le queda como anillo al dedo, y Marcela Cataldo, exacta, precisa, segura y soberbia en una Reina Margarita para el recuerdo. María Sol Jara y Vanina Monasterolo se destacan a partir de muy buenas labores al afrontar personajes de igual compromiso. Ninguno de ellos, magníficamente dirigidos por Guirado, desecha nada perceptible por los sentidos: el golpe, el ruido, la huida, la caída, el horror, el magnetismo, la seducción, para apuntar a lo visceral, al estómago. Se trata de demostrar lo limitadas que son la inteligencia y la razón para percibir las cosas y van a una fibra íntima que reduce todo a vida o muerte, por eso despierta risa o temor, admiración o burla. Un gran juego al que se le ha dado el rol protagónico. La acción, la lucha, el sufrimiento y el gozo, si son seguidos por la declinación, producen la muerte del ser humano y al mismo tiempo impulsan un nuevo intento de vida, tal la alegoría final del espectáculo.


Roberto Schneider

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